Matisse pintó este retrato en 1905,
usando como modelo a su mujer, Amélie Noellie Matisse-Parayre. Es una
pintura de una gran audacia cromática, que rompe con la representación
realista de las formas, la luz y la perspectiva, supeditando todo a la
potencia expresiva del color. Este lienzo fue exhibido durante el Salón de Otoño de 1905, junto a obras de otros pintores como André Derain, Albert Marquet o Maurice de Vlaminck. A la postre, los integrantes de aquella exposición serían bautizados como Les fauves ("las fieras") por su uso estridente del color y la distorsión de las formas.
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